martes, 6 de enero de 2015

La Albufera de Valencia lanza su último grito de auxilio, ¡socorro!

Hoy el lago está en mínimos históricos, incluso los pescadores señalan lugares en los que ya no se puede navegar y donde el nivel del mar ha disminuido 20 centímetros en apenas unos meses.

Este Parque Natural es, desde el año 1991, una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y está incluido en la Lista de Humedales de Importancia Internacional del Convenio Ramsar. Además, posee una población de especies recogidas en la directiva comunitaria conocida como “Hábitats”. Pese a ser una zona especialmente protegida del Mediterráneo, las decisiones políticas sobre las aportaciones hídricas que deben llegarle están provocando una situación de peligro que se ha visto incrementada con la entrada en vigor del Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrográfica del Júcar, el pasado julio.

El plan fija las normas de gestión de la cuenca del río y en él se marcan los caudales que deben ir a La Albufera. En este caso, se establece que las aportaciones hídricas al Parque Natural serán como mínimo de 167 hectómetros cúbicos (hm3) y no se asegura que sea agua de calidad. Así, su caudal se renovará sólo siete veces al año a través de las golas (canales) que actúan como salidas naturales al mar. Durante los años 70 recibía 500 hm3, lo que significaba que cada año sus aguas se renovaban 20 veces.

El agua que llega al Parque Natural proviene de tres vías diferentes: el río Júcar, a través de barrancos y acequias; las precipitaciones y los retornos de riego de los cultivos que lo rodean. Los periodos de sequía que arrastra desde hace años el País Valenciano y la modernización de la Real Acequia que impide los retornos de agua, hacen que el futuro del Parque Natural prácticamente dependa de las aportaciones que le lleguen del río Júcar.

En el puerto de Catarroja, una de las riberas de La Albufera, Juan ofrece paseos en barca a los visitantes que vienen a conocer el parque. Su voz resuena en forma de lamento. “Esto es insoportable, el lago está estancado, no le llega agua limpia y la que hay se va pudriendo, se queda sin oxígeno y sin vida”.

El diagnóstico de Juan coincide con el de los grupos ecologistas que alertan de que podría ser el fin del espacio natural húmedo más importante para los valencianos. “No hay un plan de gestión de agua para el Parque Natural. Hace diez años un informe de la Comisión Europea ya advertía de que había que dar recetas para curar al enfermo, pero no se han puesto en marcha y cada vez está peor”, apunta Graciela Ferrer, de la Plataforma Xuquer Viu.

En ese sentido, Natxo Serra, miembro de la Junta Rectora del Parque Natural alerta de que quizás sea la última oportunidad para La Albufera, “es ahora o nunca”. “Este es el gran reto de la agenda política ecologista: hay que tomar medidas ya para que La Albufera no desaparezca”, concluye.

lamarea

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