martes, 27 de enero de 2015

Una grada enfervorecida formada por gente mayor, recibe en éxtasis a Iglesias, aclamado como estrella del rock

Y Pablo alzó el brazo y se dirigió a los valencianos, diciendo: «La cuenta atrás ha comenzado». Cuando Podemos había conseguido cambiar los formatos de la política y arrastrar a PP y PSOE a su territorio „´plazas´, llama ahora el PP a sus charlas; «asambleas ciudadanas», convoca Pedro Sánchez„ va Pablo y revienta la Fonteta con un mitin de los de siempre, pero sin (casi) aparato ni buses ni bocata gratis. Una avalancha espontánea: 9.000 dentro, 3.500 por internet y gente fuera suplicando por entrar.

Podemos marca hoy el ritmo y la agenda de los partidos. Lo de ayer fue un acontecimiento. Convencidos de los círculos y curiosos atraídos por el circo mediático. Había chavales, sí, pero muchas barbas: algunas hipster, pero la mayoría crecidas en mayo del 68. Mucho mayor, público objetivo del PSOE e IU.

El asamblearismo tiene himno. «People have the power», gritaba Patti Smith por megafonía. Y Pablo, entre estrella del rock y un mesías llegado para guiar a los desheredados del sistema, entraba en la pista. «Viva la madre que te parió», gritó alguien. Perfectamente podría haber dicho aquello de «una palabra tuya bastará para sanarme».

Podemos no dijo nada nuevo. Su diagnóstico de la desfeta valenciana es el que PSPV, Compromís y EU llevan años haciendo. Pero a Pablo van a verle. En media hora dio un máster de retórica „«tic, tac, Rajoy»„ y control escénico, modulando la intensidad de las emociones de la grada. «Presidente, presidente», le gritan ya. Se gustó.

Nuevas formas, pero referentes de la izquierda de siempre. Iglesias citó a Celaya y su poema «España en marcha» que musicó Paco Ibáñez para defender que él también es español. «Es el Felipe de los 70», comentaba un veterano analista.

La «niña de Podemos» emociona
La megafonía falla y el atrezzo es pobre pero el entusiasmo lo perdona toda. Pablo no se toca. Hasta echaron al espontáneo del cartel que retaba a Iglesias a que no termine como el Felipe que parodió Crahe en «Cuervo Ingenuo».

Ni una mención a las reivindicaciones valencianas. Nadie lo pide. Mucha «patria» ciudadana, pero patria al cabo. La lengua de Podemos es el castellano (aunque Àngela Ballester evoque a Fuster) y esto vuelve a ser lucha de clases. Sin senyeras en la grada

„con o sense blau„ y pocas voces cantando al Vent en el cierre. La única buena noticia para Compromís.

En Valencia, Iglesias también encontró a su «niña», como Rajoy. Esta era de verdad y apretó las gargantas. Nerea, de Catarroja y 9 añitos, celebraba su cumple y le dio una carta a Pablo. «Gracias por devolverle la ilusión a mis padres», decía. Y a Pablo le regaló un cierre apoteósico: «No me tienen miedo a mí, te tienen miedo a ti, Nerea, a las familias que dicen que ya basta. La sonrisa ha cambiado de bando. Claro que podemos».

levante

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