En suma, Pablo Iglesias no explica su posición entre otras cosas porque no la tiene. Y se dedica a despistar al personal con medias tintas y metiendo en todos los debates de fondo, para despistar y no tener que mojarse, toda clase de ‘morcillas’ o comentarios sobre la desigualdad, los desahucios, las preferentes, las tarjetas negras, las corrupción, la casta, la ley de seguridad ciudadana, los ajustes de la crisis, ayudas a los discapacitados, las familias sin calefacción, los niños sin comedores, las cajas de ahorro arruinadas, los ajustes en la Sanidad y la Educación, etcétera.
Y todo lo que dice con sus denuncias es verdad y les deja en evidencia al PSOE y al PP. Y ahora, como Felipe González en 1982, se quiere apropiar del lema del ‘Cambio’, tilda de odiosos a sus adversarios y asegura que su respuesta es la sonrisa o la alegría, como las que piensan exhibir en Madrid en su gran manifestación anunciada para finales de enero.
Pero, eso sí, su programa económico está en permanente transformación y el político e institucional aún por poner en un borrador. ¿Qué hacer con las autonomías?, se le puede preguntar a Pablo Iglesias y él responderá algo así: ‘lo que hay que hacer es impedir que sus gobernantes se corrompan como ha ocurrido en Cataluña, Madrid, Valencia, Galicia y Andalucía, y que los ladrones de bancos no se sienten en los Consejos de las Cajas de Ahorro, como ha ocurrido con estafa a los ahorradores o quitando sus casas a quienes no puede pagar sus hipotecas porque perdieron el trabajo por la crisis que inventó la derecha’. Más o menos así, suelen ser sus respuestas a cualquier cuestión.
Y digan lo que digan, o hagan lo que hagan (lo de Errejón, por pequeño que sea su caso no está bien y aún es peor cuando lo intenta justificar) a su gente y seguidores les da igual por varias razones: primero, porque llevan años a la espera de un ‘caballero blanco’ que los saque de la desesperación; y, después, porque miran al PSOE y al PP y no necesitan más explicación. Y para colmo la renovación de IU, que siguen anclados en el PCE, llega tarde y pillada en pactos con el PSOE y PP en Andalucía y Extremadura y a remolque de Podemos. Y Rosa Díez está dinamitando UPyD con su mal genio y malos modales para con todos y en su organización.
Es Albert Rivera quien tiene razón cuando declara que Podemos quiere la ‘venganza’, o la revancha, y que Ciudadanos quiere ‘Justicia’. De hecho el propio Pablo Iglesias ya declaró una vez que Rivera es el único político al que respeta y con el que, en un debate, no pudo con él. Pero Rivera acaba de llegar a la política nacional -en los comicios europeos logró un par de eurodiputados- y tiene pocos medios y mucho terreno donde avanzar. Pero si el PSOE entra en caída libre entonces Ciudadanos sí que podría ocupar el centro político y social. Ese lugar decisivo en todas las elecciones al que Podemos tampoco quiere renunciar.
de marcello en república
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