lunes, 16 de febrero de 2015

La exigencia de reparaciones de guerra abre un nuevo frente entre Alemania y Grecia

En abril de 2013, un comité del Ministerio griego de Finanzas evaluó en 162.000 millones de euros —casi la mitad de la deuda griega, o el 80% del PIB— su cuantía, sumados el expolio y la destrucción de infraestructuras (108.000 millones) y la devolución del préstamo forzoso (54.000 millones) que el Banco de Grecia tuvo que conceder a Berlín en 1942 para financiar la ocupación.

Prueba de que el asunto lleva tiempo sobre la mesa fue que en marzo de 2014 el presidente griego, Karolos Papulias —que de joven participó activamente en la resistencia—, formulara la reclamación a su homólogo alemán, Joachim Gauck, durante una visita oficial de este a Atenas.

Qué hace distinta ahora la exigencia tiene que ver con el radical cambio político y el sustrato ideológico del primer ministro, Alexis Tsipras, de orígenes comunistas (los comunistas, y la izquierda en general, fueron los grandes derrotados de la guerra civil que siguió a la ocupación).

Hace una semana, el jefe del Gobierno remató su discurso programático en el Parlamento con la petición formal de compensaciones a Alemania, que figuraba en el programa electoral de Syriza. “Grecia tiene una obligación moral con su pueblo, con la historia, con todos los pueblos de Europa que han luchado y dado su sangre contra el nazismo”, dijo a pocos metros de la bancada del partido neonazi Aurora Dorada (17 escaños, tercera fuerza política del país). El mismo Tsipras, tras tomar posesión de su cargo, se dirigió al antiguo campo de tiro de Kesarianí, un barrio de Atenas,para rendir homenaje a los 200 resistentes, en su mayoría comunistas, fusilados por los alemanes el 1 de mayo de 1944 en represalia por un ataque sufrido por los suyos.

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