martes, 24 de febrero de 2015

Barberá ha perdido su imagen de invulnerabilidad


El discurso de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, durante la Cridà del pasado domingo se convirtió ayer en un tema de conversación inesperado. También irremediable: El error se produjo en el peor escenario posible en un momento en el que cualquier fallo se multiplica por culpa de las redes sociales. Está la alocución, motivo de chanza por su propia naturaleza, digamos, absurda (canciones, memes, fotomontajes... hay quien ya vendía ayer camisetas y chapas con eso del caloret), pero están también las distintas capas de lectura.¿Qué supone realmente un hecho así? ¿Cómo afecta a la imagen de la fiesta, a la protagonista, a su partido y a la ciudad?

La burla siempre se usará como arma contra el poder, decía Jean Genet. Y así ha sido. En los principales medios nacionales, principalmente en las tertulias televisivas de ayer, se comentó lo sucedido desde la parte cómica. #Caloret y #RitaBarberá fueron trending topic durante toda la jornada. Sin embargo, la repercusión puede ir más allá de la risa.

Politólogos consultados por este periódico incidieron ayer en no poder calcular con exactitud el daño (o no) de las palabras de la alcaldesa sobre su propia figura política a escasos meses de la cita electoral en la que, previsiblemente, será la candidata del PP a la Alcaldía de nuevo. «Si esta situación se hubiera dado en 2007 ó 2008 la repercusión habría sido nula porque el PP era un bloque. Ahora, sin embargo, el impacto es mucho mayor porque el nivel de enfado del electorado es muy alto y la situación es extremadamente volátil», aseguran.

La asesora de comunicación política Sandra Bravo señala: «Si se tratara de un hecho aislado y en los mejores momentos del PP, la cosa no pasaría de un burla desde la oposición, pero que los propios votantes empiezan a estar ya cansados, sobre todo por las numerosas imputaciones, condenas y escándalos varios». En su opinión, Barberá «ha perdido su imagen de invulnerable» y ha contribuido a empeorar la opinión sobre Valencia en el exterior, «que cada vez es menos famosa por su paella y las fallas y cada vez se tiende a vincular más a la corrupción y a salidas de tono por parte de sus dirigentes y a su mala gestión».

Guillermo López, profesor de Opinión Pública en la Universitat de València, establece dos circunstancias que avalarían el impacto negativo de la actuación dominical de Barberá. La primera, las disculpas ofrecidas por la alcaldesa 24 horas después asumiendo el error sin condiciones. La segunda, que el golpe habría recaído sobre un nicho electoral explotado con especial intensidad por el PP en la ciudad, el de las Fallas. Sobre si las disculpas de Barberá son suficientes, López tiene claro que es una medida «inteligente» aunque, insiste, «todo error tiene un coste» que es imposible de reparar completamente.

El miembro del departamento de Sociología i Antropología Social de la Universitat de València y experto en Fallas, Gil-Manuel Hernández, cree, por su parte, que lo ocurrido el domingo tiene varias lecturas. «Por un lado, el desprecio absoluto hacia la lengua que demuestra la alcaldesa». Por otro, «el hecho de que no se trabaje un evento importante, porque su discurso es realmente el prólogo a la entrega de llaves de la ciudad, un ritual de máximo nivel institucional», revela.

Además, «la imagen de la fiesta que ésto proyecta fuera es muy negativa, sobre todo teniendo en cuenta que se aspira a ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Si el Ayuntamiento tuviera sensibilidad al respecto, debería cuidar cada acto fallero». ¿Y cómo es esa imagen? Según Hernández, «grotesca, berlanguiana si quieres».

En clave más política, Hernández explica que Barberá «se dio cuenta de que tras los errores llegaron los pitos de la gente... y fue algo que la descolocó porque, tradicionalmente, el público fallero ha sido suyo».

Por otra parte, el experto en branding Jesús Gallent aporta una perspectiva distinta. Si bien reconoce que lo ocurrido generó muchas bromas y comentarios jocosos, el error de Barberá no impacta sobre uno de los pilares sobre los que ha basado su imagen personal. «La alcaldesa tiene una trayectoria larga y todo el mundo sabe que no habla valenciano. Es capaz de hacerlo, de leer un discurso puntual, y lo que ocurrió el domingo fue que cometió un error, siguió pensando en él, y entró en un bucle».

Con el perdón de ayer, continúa Gallent, «es suficiente» a la hora de dar explicaciones. «Estamos ante un acto que supone vergüenza personal, la principal afectada del momento es ella, pero no se proyecta sobre nadie más». ¿Podría usarlo a su favor? Gallent cree que no da para tanto. «Se quedará en una broma, en algo divertido, pero pasará».

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