lunes, 24 de noviembre de 2014

En opinión ajena: La decepción de 'Perdidos' y el soufflé de Podemos

Iñigo Errejón. Foto: EFEUN SOUFFLÉ QUE NO PARA DE CRECER
Algunos han visto en Podemos un remedo del engañoso éxito de Perdidos: un partido político que crece y crece en las encuestas, aupado por el descontento ciudadano y la brutal crisis de credibilidad del bipartidismo, perocuyo crecimiento no tiene bases sólidas y al final, como un soufflé, acabará por derrumbarse bajo el peso de su propia fragilidad. Por ese motivo, cada vez que aparece una noticia negativa para Podemos, como el contrato laboral de Íñigo Errejón, o la decisión de Pablo Iglesias de imponer un Consejo Ciudadano a su medida para controlar el partido, o las declaraciones extemporáneas de tal o cual representante de Podemos, algunos creen que el soufflé está a punto de bajar, por fin. Y que, en todo caso, llegará un momento culminante, el de las elecciones, en el que mucha gente, por algún motivo, se echará atrás, le dará miedo la incertidumbre que implica votar a Podemos y a su, mitad irrealizable, mitad indefinido, programa electoral, y en definitiva volverá al redil del bipartidismo.
En principio, no habría nada que objetar a este análisis, pues en efecto los dirigentes de Podemos han cometido algunos errores, han adoptado algunas decisiones que denotan autoritarismo e hiperliderazgo, y es evidente que muchas de las propuestas electorales que hicieron en su día serán difícilmente realizables (y, de hecho, por eso las están difuminando o cambiando ahora, cuando alcanzar el poder es un escenario mucho más probable que en el mes de mayo).
Por último, personalmente no me caben dudas de que, si Podemos logra alcanzar el poder, se enfrentará a un desafío muy serio, quizás imposible, en la gestión de la deuda y de las dificultades de la economía española. Un desafío que quizás pueda conducirles al fracaso en buena parte de su gestión, con la consiguiente erosión de su credibilidad ante el electorado. La trayectoria del partido en el gobierno puede ser, en ese escenario, muy similar a la de la sexta, y última, temporada dePerdidos: una sucesión de despropósitos, situaciones inverosímiles y, en definitiva, un valle de lágrimas para el espectador.
Sin embargo, lo que no parece que esté sucediendo, al menos por ahora, es un derrumbe del soufflé electoral. Bien al contrario, Podemos sigue subiendo en las encuestas, y los partidos hasta ahora mayoritarios hundiéndose. Los sondeos más recientes, para Cataluña y Navarra, otorgan a Podemos la primera posición entre los partidos de ámbito nacional. En Cataluña Podemos obtendría 17 escaños (al igual que Ciutadans), mientras que PP y PSOE se hundirían en los diez escaños (la mitad que obtuvieron en 2012). En Navarra Podemos aparecería directamente como primera fuerza, con 18 (de un total de 50 escaños) y UPN perdería la mitad de sus escaños (obtendría nueve), al igual que el PSN (cinco).
Es decir: puede que el soufflé acabe bajando, pero por lo pronto no deja de subir. El motivo es sencillo: el problema para el bipartidismo no es encontrar insuficiencias o problemas en Podemos, sino mejorar su pésima imagen actual. Sucede lo mismo que con el independentismo catalán: puede que la opción independentista sea irreal, poco meditada, engañosa, y un largo etc. Pero si la alternativa es el españolismo, definido como tal por la derecha española desde Madrid, no cabe extrañar que el "soufflé" independentista siga gozando de buena salud. Y, respecto de Podemos, exactamente igual.
En el caso de que Podemos sea un soufflé hinchado, es indudable que lo está gracias a los deméritos de sus rivales, mucho más que por méritos propios. Es cierto que una sucesión de errores puede desinflar el soufflé, o al menos mitigar su crecimiento; pero, mientras los ciudadanos perciban en PP y PSOE lo que perciben ahora (corrupción, incompetencia, incapacidad para rectificar, mediocridad, egoísmo, y un larguísimo etc.), es improbable que vuelvan al redil.

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