Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, vive en el ojo del huracán desde hace semanas. A su polémica intervención en la Crida, pregón que da inicio a las fiestas de fallas cada año, donde dejó patente su desconocimiento del valenciano —una de las dos lenguas oficiales en la Comunidad Valenciana— se añade ahora una refriega gestual con los miembros de la Intifalla, un movimiento espontáneo de protesta surgido ante los casos de corrupción protagonizados por el PP.
Este colectivo protesta desde hace años en cada mascletà (espectáculo pirotécnico que se dispara cada mediodía del 1 al 19 de marzo al que acuden miles de personas) bajo el balcón del Ayuntamiento de la ciudad. Su composición varía según el día pero uno de los colectivos fieles y activos en la Intifalla es el de extrabajadores de Ràdio Televisió Valenciana (RTVV), el canal autonómico que la Generalitat cerró hace algo más de un año.
La Intifalla, que comenzó su calendario de protestas el pasado domingo 1 de marzo con el lemaContra la corrupción y sus sistema podrido. ¡Rita dimisión!, dedicó la del pasado martes al accidente del metro de 2006, en el que murieron 43 personas y otras 47 resultaron heridas. Cuando los participantes empezaron a corear gritos de ¡Fuera, fuera! dirigiéndose al balcón donde estaba Barberá, las falleras y los invitados de ese día, la alcaldesa les correspondió con una tanda de muecas que remató con un ademán de burla.
Barberá respondió a las críticas con gestos que indicaban que ella seguía allí [se entiende que como alcaldesa electa] y los hizo más de una vez para al final acabar mofándose apoyando su pulgar en la nariz y articulando el resto de los dedos de la mano. A pie de calle, los participantes en la protesta exhibían papeletas rojas recordando a las víctimas. En el mismo balcón había ese mismo día tres miembros de la Asociación de Víctimas del Metro 3 de Julio (AVM3J), que tuvieron que quitarse la camiseta negra reivindicativa donde llevan estampados 43 muertos+47 heridos=0 responsables a instancias de la policía local.
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